Me alegro que te gusten los poemas
que escribo cada tarde,
cuando el día recoge sus colores,
cuando la noche cimbrea su talle.
Los escribo debajo de la luna, de farolas,
en los parques,
encima de la mesa, en los rincones... ,
en papel del alma envuelvo mis bregares.
Una hoja seca se ha caído
y manchado los cristales;
su árbol se me cela
y llama mi atención.
Los ademanes:
hojas que me envía,
soplos de cristales,
ruidos diferentes,
ramas vacilantes.
El árbol se me cela
porque me acuerdo de ti al llegar la tarde,
porque me alegro de que te gusten mis poemas,
porque a su copa no llegan mis ayes.
Me alegra que me digas:
¿Qué me pongo?,
¿esta corbata?,
¿aquellos guantes?
¿Qué comemos?
¿Qué hacemos esta tarde?
Me alegro de poder respirar tranquilamente
sin ansias,
sin caprichos,
sin nostalgias.
Me alegro por ti, porque te quiero;
me alegro por mí, porque me amas.
Ycíar
jueves, 4 de diciembre de 2008
Me alegro
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