jueves, 26 de marzo de 2009

Al llegar la tarde



Al llegar la tarde


Al llegar la tarde,
cuando reposan blandamente mis quehaceres,
tengo ganas de hablar.
Desde mi ventana veo
una grúa quejicosa
que reclama una atención
bien merecida.
Mas..., qué lejos están mis tentaciones.
Entre tejas volando,
entre palabras leyendo,
colgando,
del azul del alma están colgando.
Miro los bocados de los hombres
en el trozo de cielo que me toca,
y su forma irregular de polígono espantado
me descubre mis temores atrasados.
Pienso en blanco y negro
y en el alma azul de la que penden mis colgantes.

Al llegar la tarde,
cuando reposan blandamente mis quehaceres,
cuando mis tentaciones se subliman,
el bostezo de tu mirada me arrulla,
el arrullo de tu color me sobresalta
y un tímido cosquilleo hace sonreír mis labios blandamente.
Al fondo, la grúa,
cada vez más lejos,
ha cedido su atención bien merecida
a dos pájaros pequeños,
imparables,
insoportables –susurran mis "adentros",
a sus gorjeos,
a su juventud exagerada.
El leve cosquilleo de mis labios
aparcó en el azul de mi alma.
La grúa está más lejos por momentos
-ya no la verá una mirada despistada-.
Poco a poco, mientras reposan mis quehaceres,
mientras llega mi tarde hasta tu casa,
tu mirada me devuelve blandamente
cosquilleos
y..., entonces,
mis deseos...,
mis impulsos...,
mis tentaciones compensadas te reclaman.

Ycíar

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