TRES MOMENTOS DEL DÍA
Poco a poco habías entrado en mi vida
como el mar Cantábrico
entra en sus playas:
sin prisas,
sin pausas,
sin exigencias,
con constancia.
Tus cálidas manos,
-sus templadas aguas-
fueron puliendo mis temores.
Mi áspera corteza
también abandonó prestancia.
A menudo se me apetece correr
y así segregar endorfinas.
A menudo se me apetece soñar contigo
y así ayudar al alma.
Tan bellas son las sensaciones
que al pensar en ti me embargan
que, sin quererlo, mis versos
la rima asonante hallan.
Y es que tú, en mi poesía,
eres autor de sus pautas,
de su ritmo, de su acento,
de su letra y mi palabra.
Ycíar
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