martes, 30 de diciembre de 2008

A orilles del río Negro






A orilles del río Negro…




A orilles del río Negro
entre sus agues marrones,
crecí va unos mil años
repleta de ilusiones.

Al lado de La Tablera,
en el pozu Chabanón,
báñabame pol verano,
sin esponja y sin jabón.

Al lau de La Tablera,
diba mi madre a lavar
y tirábayos yo piedres
a les truches al pasar.

Había munchos pescardos,
y munches mores había,
al lau de La Tablera,
cuando yo era guahina…

Po la carretera Nembra,
po la cuesta El Infestal,
andaba en bicicleta
el mi hermanu de chaval.

Qué feliz yera yo entonces,
mirando pal picu Moros,
mirando pa Carraceo,
pa S. Miguel, pa los Tornos.

Ya vos seguiré contando
les mis andances de guaha,
por Muries y La Campueta,
por Pedreo y po La Cuaña…





Ycíar Rodríguez Bernardo

viernes, 26 de diciembre de 2008

Triste hueco

Triste hueco


No necesito relojes, que me controlen el tiempo,
van demasiado deprisa,
mi pensamiento... es más lento.
Rememora cada instante,
cada mirada o encuentro,
cada palabra perdida,
cada olor;
el sentimiento que se deja traslucir
en un simple y banal gesto.
Las horas mundanas corren.
¡No es bueno medir el tiempo!
Mis pensamientos tranquilos
saborean el momento,
lo alargan a su capricho,
agrandan todo lo bello,
convierten gestos ambiguos
en sueños dulces y tiernos
que caminan libremente
por la senda de mi aliento;
por la orilla de mi alma,
por las flores de mi huerto,
por la piel de tu mejilla,
la que ahora, un sentimiento acaricia
¡y no lo sabes!
mas...algo alegra tu pecho.
Es la ilusión que ha dejado
mi atrevido sentimiento
que sin pedirte permiso,
tomó tu alma como aposento,
bebió en el caudal de tus venas,
dejó perfume en tu pelo
y voló hacia el son de mi guitarra
percibiendo triste hueco...
¡No lo llenes con dolor!
Él, crisol de vida sincero,
volverá cuando lo llames,
cuando salgas a su encuentro,
cuando cálida semilla
vea brotar en tu pecho.
Volverá...y de ternura,
de ilusión, de amor, de besos...
llenará y hará feliz, si es que existe,
triste hueco.
Ycíar

Mar

Mar


Te he visto gritar despeinado,
como loco en el camino
que perdió su caminar.
Mas..., ¡qué bello eres!
Te he visto con el pelo rizado
por la risa del viento,
por la linda sonrisa de tanto admirador.
¡Qué bello eres!
Engreída e ingenua
tu canción sabe a nanas,
a ansia de brazos que saben amar.
Y siembras las risas,
y siembras los gozos,
y encuentras al niño
del viejo al pasar.
Y...¡Qué bello eres!
Y...¡Qué bien se respira
al sentir tu cantar!

sábado, 20 de diciembre de 2008

Tus manos

Tus bellas manos


Me gustan tus manos
suaves,
finas,
delicadas.
En ellas veo tu vida,
tu alma, tu paz, tu casa.
Me gusta besar tus manos
limpias, sinceras, nostálgicas
y que jueguen con mi pelo
y paseen por mi cara.
Me gusta el aire infantil
de tus manos nacaradas
que me dicen ¡tantas cosas!
y no pronuncian palabra.
Tus manos, ¡tus bellas manos!,
tranquilas,
despiertas,
lánguidas,
huelen a persona buena,
a conciencia reposada.
Me gusta mirar tus manos
moverse libres,
por mi piel que ríe y canta
cuando caminar las siente,
sin rumbo, y los labios las reclaman.
Me gusta tener tus manos
guardadas, ¡dentro del alma!,
para que nadie se entere...
del dulce azahar que emanan.
Ycíar


Felicitación de Marta

NOCHE DE AMOR
Noche de paz


En mi casa
tengo un portón.
Está siempre abierto
para la gente de buen corazón.

Seguiré soñando
que hay amor,
no solo dolor
y confusión.

Al niño Dios pido
por todos mis familiares
y amigos,
para que también sueñen
que hay amor,
no solo llanto retenido.

Os deseo a todos:

PAZ Y FELICIDAD
Marta R.G.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Quiero cantar

Quiero cantar

Quiero cantarte, hoy feliz,
por algo muy grande ¡Oh Dios mío!,
por haberme dado unas hijas tan preciosas

que llena mi alma y mi vacío.
Cada vez que se marchan de esta casa,
la tristeza de ella se apodera,
pero ríe feliz cuando descubre
por el olor de su pelo que se acercan.
Tienen la gracia y el salero
de la más bella dama medieval;
tienen, mis hijas, un don ¡divino!
me atrevo a decir que es celestial.
Despiertan sentimientos de ternura
allá por donde pasan tan risueñas,
y hacen que me envidie a mí la gente,
por tener la dulzura y la suerte
de poderlas cuando quiero contemplar.

Ycíar

Rumores

RUMORES


Aunque tenga un corazón y sólo uno
para amaros, hijas, y vosotras seáis dos,
tan fuerte late por veros felices
que todo mi cuerpo se vuelve corazón.
Aunque dicen que el corazón no llora,
ni está triste, qué es sólo un rumor;
el mío, por vosotras,
si presiente el mínimo dolor,
río parece que todo salpica,
que todo humedece su llanto traidor.
Ycíar

martes, 9 de diciembre de 2008

Soneto II


Soneto II
Como una flor graciosa


Como una flor graciosa, la sonrisa
perfuma el corazón que vuela abierto,
coqueta en él se posa y hasta el viento
balancea el olor de su caricia.

Y es que el gesto sonriente de la risa,
en este río de bregares y de intentos,
es una mano franca, un comprendo,
un regalo de Reyes; es la vida.

Buscando por caminos la sonrisa
hallo el gesto entrañable, el que comprende,
la faz serena que no crece entre las prisas.
Es la noche al dormir quien me da pistas
al mostrarme tu rostro, casi siempre
en tu casa y a tu lado hallo sonrisas.

Ycíar

domingo, 7 de diciembre de 2008

En la tierna mirada de tus ojos


En la tierna mirada de tus ojos,


En la tierna mirada de tus ojos,
en la leve sonrisa de tu cara,
en el gesto de amor con que me miras,
descubro cada día que me amas.
Aunque a voces no puedas ya gritarlo,
aunque sólo yo oiga tus palabras,
la alegría por dentro me invade
porque siento, amor mío, que me amas.
Hasta el aire que respiro en nuestra casa,
hasta el viento que acaricia la ventana,
al oído me dice ¡qué dulzura!
que me amas, ¡DIOS MÏO!, que me amas.

Ycíar

jueves, 4 de diciembre de 2008

Me alegro



Me alegro que te gusten los poemas
que escribo cada tarde,
cuando el día recoge sus colores,
cuando la noche cimbrea su talle.
Los escribo debajo de la luna, de farolas,
en los parques,
encima de la mesa, en los rincones... ,
en papel del alma envuelvo mis bregares.
Una hoja seca se ha caído
y manchado los cristales;
su árbol se me cela
y llama mi atención.
Los ademanes:
hojas que me envía,
soplos de cristales,
ruidos diferentes,
ramas vacilantes.
El árbol se me cela
porque me acuerdo de ti al llegar la tarde,
porque me alegro de que te gusten mis poemas,
porque a su copa no llegan mis ayes.
Me alegra que me digas:
¿Qué me pongo?,
¿esta corbata?,
¿aquellos guantes?
¿Qué comemos?
¿Qué hacemos esta tarde?
Me alegro de poder respirar tranquilamente
sin ansias,
sin caprichos,
sin nostalgias.
Me alegro por ti, porque te quiero;
me alegro por mí, porque me amas.

Ycíar

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Soneto I (Mi mirada se estrella en los cristales)

SONETO I

Mi mirada se estrella en los cristales

Mi mirada se estrella en los cristales,
no dibuja con nubes tu figura
y me encuentro a menudo en la postura
revuelta de olvidados matorrales.

Es verde tu recuerdo, aun en verano
no seca mi hierba el sol caliente
ni consigo desear deseo ardiente.
He perdido el albor esperanzado.

Ya la aurora para mí se ha despintado
y ha dormido con la noche, últimamente
me ha mostrado un cabello despeinado
que tapa con pudor su hermosa frente.
Su belleza, recuerdo olvidado
en la noche, no confunde ni sorprende.
Ycíar

martes, 2 de diciembre de 2008

Regalo de Marta

Tus manos y mis manos,
como enredadera trepadora,
entrelazadas y unidas.
Las tuyas harán fuertes las mías.
Tu voz y mi voz,
unidas, entrelazadas.
La tuya dulce y armoniosa,
la mía potente y clara.
Tú, risueña; yo, alegre.
Caminamos, trepamos, luchamos.
Tú con las manos y la voz,
yo con el corazón y las manos.
A Ycíar con cariño.
Marta

Cualquier día...

Y te miro,
sin ver si tú me miras;
y te escucho,
sin oír si estás hablando;
y te sueño,
sin estar aún dormida;
y te canto,
sin saber qué estoy cantando.

Me emociona
mi nombre en tus labios,
y me llenan
de alegría tus poemas,
y me engaño
fingiendo que los creo,
y te escribo
lo que quiero que tú quieras.

Y allá tarde
en horas vespertinas,
cuando al mundo
mi alma cerrar quiero,
te dibujo
en mi mente adormecida
y te siento
arrullándote en mi seno.

Y una lágrima
muy cálida te envío,
que atrevida
va hasta el surco de tu boca,
mas..., la llamo tiernamente, ¡está triste!,
cualquier noche... más feliz
te envío otra.
Ycíar

lunes, 1 de diciembre de 2008

Porque no llegaste

Porque no llegaste

Trabajé con ahínco todo el día
esperando la llegada de la tarde,
con ella recobraba tu presencia
-luz del día en el camino de tu madre-
Llegué presurosa y despeinada
a prepararte, cariño, buena cena,
mas llamas, no vuelves hoy a casa
y en la cara se dibuja mi gran pena.
No quiero, hija, que veas mi semblante,
ni que sepas que mi alma, si no llegas,
triste está cual cándida paloma
que mira el palomar sin una hierba,
que no quiere entrar porque está frío,
que no quiere cenar porque está sola.
Ycíar

Mientras sueño


Mientras sueño

De repente me acuerdo
de las flores,
de los pájaros,
del mar cercano tan paciente.
Siento la brisa acariciante,
la gaviota que pasa,
el fragante olor del prado verde.
Allá lejos,
como cuando niña,
veo un barco de vela pequeño,
pintado parece,
desde mi posición privilegiada.
Al fondo,
a mi espalda,
mi casa,
tu casa,
que me mira mansamente;
siempre está abierta y esperándome.
De frente, el mar;
de espaldas, ella.
Te veo jugar con una flor pequeña,
incluso diría
que le hablas;
me río en silencio
y me invade una paz grande.
El pelo me molesta en la cara
y lo retiro.
Recuerdo que aún no hice la cena,
no hicimos la cena
y me levanto.
El mar, siempre paciente,
me despide.
Son bonitas las flores que has cogido.
Huele bien en nuestra casa.
Sonrío ampliamente y te abrazo.
Ojalá supiese escribir
todo lo que mi corazón siente.

Ycíar

En los Picos de Europa